Sección ARTE Y CINE: TRIBUTO A GABRIEL FIGUEROA (1907-1997)

 

28º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata - 2013

 

 

TRIBUTO A GABRIEL FIGUEROA 

 

 

El nombre de Gabriel Figueroa es evocación de luz, sombra, paisaje y nacionalismo. A través de sus 213 películas logró, junto con Alex Phillips, Ross Fischer, Jack Draper y Paul Strand entre otros, establecer el valor real de la fotografía en el cine, convirtiéndola en uno de los factores que le dieron grandeza al cine mexicano en la llamada época de oro. 

 

En su larga carrera hay prácticamente de todo. Un setenta por ciento en blanco y negro, y el resto en color. Pero nunca brilló tanto como con el primero, que es referencia ineludible para todos los directores de fotografía posteriores. Los dos directores más célebres con los que compartió más de una película y, probablemente, una visión del mundo, fueron Emilio “El Indio” Fernández y Luis Buñuel, pero a partir de los cincuenta su carrera se diversificó mucho y llegó a filmar con asiduidad en Hollywood. Con Emilio Fernández, se propuso retratar un México que, desde la presidencia de Lázaro Cárdenas, trataba de recuperar sus raíces y sus esencias. Y con Buñuel, exiliado involuntario a ese país, fue el retratista de algunos de los parajes psicológicos más oscuros de su tierra.

Son destacados también sus trabajos junto a John Ford y John Huston entre otros directores de Hollywood.

 

Figueroa ingresó al mundo del cine en 1932 como still man, y ese mismo año recibe una beca para estudiar en Hollywood con Gregg Toland. Contratado por Fernando de Fuentes como director de fotografía de Allá en el rancho grande (1934), obtuvo el premio a la mejor fotografía del Festival de Cine de Venecia, en 1938. Durante las siguientes décadas, Figueroa contribuyó de diversas formas al desarrollo de la industria cinematográfica: como activista y líder sindical (fue co-fundador junto con Mario Moreno "Cantinflas" y Jorge Negrete del Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica), impulsando el reconocimiento profesional de técnicos y actores; como colaborador creativo, trabajando con los directores más cotizados del cine mexicano; y como un inspirado y hábil practicante de su oficio. Pero fue su incomparable estilo visual lo que cimentó su reputación, convirtiéndolo en el más destacado cinefotógrafo en lo que se denomina el periodo clásico del cine mexicano.

 

Aunque rechazó un contrato de 5 años con la MGM en 1948, después de la muerte de Toland, Figueroa mantuvo sus contactos en Hollywood. Durante los sórdidos años del macartismo, Figueroa fue investigado por el FBI por su labor sindical, su apoyo público al grupo conocido como “Los Diez de Hollywood” y la ayuda que proporcionó a los guionistas exiliados en México, Albert Maltz y Hugo Butler.

 

Durante una prodigiosa carrera de seis décadas, Figueroa recibió múltiples premios nacionales e internaciones por sus películas: en los festivales de Venecia, Cannes, Locarno, 16 premios Ariel y un Ariel de Oro (México), Golden Globe (USA). En 1995 fue galardonado con el Tercer Premio Internacional creado por la American Society of Cinematographers en reconocimiento a la excelencia en cinematografía fuera de los Estados Unidos.

 

Advirtiendo que los artistas visuales “ya habían desarrollado un arte completamente mexicano”, Figueroa cuenta que: “En el cine, nosotros pusimos nuestro grano de arena…En lo que toca a mi parte, en la fotografía, se logró una imagen mexicana que era reconocida en todos los festivales cinematográficos, que se pudo imponer en el mundo.” Desde esta perspectiva, la “mística de México” empalma con la “mexicanidad”—ese tropo arrollador que designa a la vez una búsqueda de autenticidad y la construcción de una identidad capaz de acomodar los múltiples y hasta contradictorios elementos del imaginario nacional, aludiendo lo que se consideraba “auténticamente” mexicano en las obras de los artistas visuales, escritores y directores de cine, tanto nacionales como extranjeros.

 

Como él mismo señalara: “Durante cuarenta años, en compañía de otros hombres igualmente apasionados en el oficio de inventar imágenes, no he hecho otra cosa que delimitar la realidad entre las manos de una cámara fotográfica. Este privilegio excepcional me ha enseñado a conducir los sentidos hasta el corazón de la realidad y constituirme en la mirada de importantes inquisidores del alma humana."

 

 

texto y programación:

Pastora Campos

Ernesto Flomenbaum

 

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