Sección PANORAMA DEL CINE DE ÁFRICA:

 

21º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata - 2006

 

 

PANORAMA DEL CINE DE ÁFRICA  

 

“El cine africano ha encontrado una fórmula mágica. Mágica pues es el único caso en el mundo en que existe sin mercado.”

 

(Ferid Boughedir, cineasta tunecino)

 

Puede parecer pretencioso, en principio, proponer un panorama del cine africano de los últimos años, sabiendo que la selección será acotada. Aún así nos permitirá aproximarnos a una cinematografía que nos genera más interrogantes que certezas, tanto desde el aspecto industrial como desde el artístico, haciéndonos reflexionar desde una perspectiva de los estudios culturales: ¿cómo definir hoy una película africana? ¿Es posible encarar una mirada de conjunto a un continente que presenta tanta heterogeneidad y contrastes históricos y culturales?

Parecería ser que la globalización audiovisual no ha podido romper la noción localista, aunque no resultaría válido aplicar aquí un criterio regional, ya sea desde lo lingüístico (anglófonos, francófonos, lusófonos) o desde las creencias religiosas.

En una región donde prácticamente no se ha consolidado una industria del cine(1) resultaría relativa la importancia de esta actividad. Sin embargo este puede ser el motivo por el que se haya desarrollado, en forma predominante, un cine de autor.

Pero, ¿no estará este cine de autor condicionado por el financiamiento con fondos europeos? Los films creados con el sistema de coproducción parecen estar destinados, en primer lugar, a los festivales más que al público para quienes originalmente fueron pensados.(2) Esto nos hace reflexionar acerca de si es posible la existencia de una independencia estético-cultural cuando no hay independencia económica.(3)

Si es difícil encontrar en nuestras carteleras una película africana, tampoco resulta muy fluida la posibilidad de verlas en el propio continente a partir de las dificultades de distribución y el creciente cierre de salas.

En cuanto a lo estilístico se tiende a pensar que un film africano deber ser apreciado más por su contenido y/o mensaje que por su forma. Pero esto puede ser producto de una lectura ligera que ignora, por ejemplo, la tradición de la narración oral (la figura del griot) que estructura el relato. También habría que replantearse si es posible aplicar nuestras categorías críticas, por ejemplo, si cabe calificar como feminista al cine realizado por directores varones que muestran a la mujer como vehículo del cambio social y cuestionadora de los modelos patriarcales tradicionales.

En general estamos hablando de un cine joven(4) -nacido a fines de los años 50 y los 60 a partir de las independencias nacionales- y que los directores utilizaron como un “arma para la lucha y el cambio”, tal como fue considerado durante los procesos vividos simultáneamente por los denominados “nuevos cines”. Esta concepción del cine tal vez todavía siga vigente, siendo que muchos de los problemas con los que se enfrentaron las sociedades en ese momento aún siguen sin resolverse.

Si alguien puede pensar que los films conservan la intención didáctica de las películas realizadas durante la etapa colonial -"diseñadas como lecciones para ser aprendidas fácilmente por un espectador nativo concebido como inmaduro en su desarrollo mental (y cinematográfico), analfabeto, y en la necesidad de instrucción" (Brian Goldfarb)- tal vez no deba verse esto como algo negativo si no como una forma de apropiación de una tradición audiovisual utilizada ahora para desmantelar y reconfigurar los modelos culturales coloniales.

Esta selección de películas se propone intentar responder estas cuestiones y lanzar el desafío de aventurarse por el continente cinematográfico africano con una mirada en lo posible abierta y despojada de prejuicios, para aprehender lo que ellos tienen para decirnos y mostrarnos.

 

 redacción y programación:

Ernesto Flomenbaum

Pastora Campos

 

(1)  A excepción de Egipto y, en menor medida, Marruecos, pero ambos con resultados desiguales, y una apuesta decidida de Sudáfrica a alcanzar su desarrollo en esta actividad.

(2)  Como Idrissa Ouedraogo una vez dijo, a veces uno encuentra películas africanas que han ganado premios en Europa y que son totalmente incomprensible a públicos africanos para quienes fueron inicialmente pensadas!

(3)  Luego de la nacionalización de su cine en numerosos países africanos, a partir de 1974, se crearon sociedades nacionales de distribución en cada estado que tendría el monopolio de la importación de los films y que cuidaría de la existencia de una cuota anual de proyección para los films africanos. Esto fue un estímulo para los directores que en la segunda mitad de los 70 realizan films sobresalientes. Pero la euforia duró poco. A través de maniobras comerciales, las grandes compañías occidentales logran hacerse con una buena parte de las participaciones en el capital de las sociedades locales de distribución y, de nuevo, aumenta la exhibición de los films extranjeros en detrimento de los títulos africanos cuya producción disminuye. Para combatir esto, a principios de los 80 nació la CIDC, una especie de "mercado común" de distribución de films en África. Pero se enfrentan contra los exhibidores que prefieren programar "spaghetti-westerns", melodramas indios o films chinos de karate. Ello hizo replantearse a los cineastas africanos las estrategias seguidas durante años. Hacía falta un equilibrio entre lo estatal y lo privado: para el Estado, el control del mercado de distribución y la creación de leyes proteccionistas en favor de la producción nacional; para los productores privados, la libertad de escoger los argumentos en un sistema que garantizara su amortización financiera. En 1984 la CIDC entra en crisis y de ello se aprovechan las compañías extranjeras. La idea de un cine africano independiente se desmorona.

(4)  Recién en 1963 se estrena, y fuera del continente, en el festival internacional de Tours, Francia, la primera película escrita y dirigida por un africano: “Borom Sarret” del senegalés Ousmane Sembene.

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