Hablando de Cine

publicación  Nº 3

 

 WERNER HERZOG por WERNER HERZOG

  

"E

n el cine  hay que  manejar con mucho cuidado  el concepto de realidad. Yo no creo en ella. Creo más bien que el cine se desarrolla en el terreno de los sueños, de los anhelos y deseos colectivos más que en el campo de la realidad. Creo también que en el cine,  precisamente por eso, por el artificio, por la invención, por lo imaginario, se llega a una realidad subyacente, que yo, sin embargo, no la llamaría así. Es algo especial lo que el cine puede crear. Al igual que la gran música, el cine puede servir de consuelo. La música realmente buena y el buen cine tienen siempre algo consolador que, a mi entender, no se da en la pintura ni en la arquitectura; y rara vez en la literatura.

 

“Podría decirse que muchas de las imágenes que he mostrado en el cine, que han sido calificadas de nuevas o extraordinarias, son en el fondo cosas bien sencillas; están dentro de nosotros mismos. Imágenes que bullen en uno como durmiendo; como un amigo durmiente y que de pronto el cine las despierta. Por eso dichas imágenes no nos parecen tan extraordinarias. Uno cree haber descubierto algo conocido que no había visto hasta entonces. Y de pronto se da Ud. cuenta: -‘¡Ajá! ¡Pero si esto es mi propia imagen! De alguna forma lo sabía y ahora por fin las veo.’

 

“Con frecuencia he tenido la sensación de que en el cine debería  propiamente  trazarse una  imagen  del hombre, prescindiendo de que hay una gramática de las imágenes. De que existen imágenes que hoy día habría que exponer, que son adecuadas para nosotros. Y entonces tengo la sensación de que si queremos realmente echar una mirada profunda sólo podrá hacerse si nos ponemos lo más al margen posible. No desde adentro sino desde afuera.

 

“Ya en mis primeras películas tuve la sensación, que siempre he manifestado, de que en el cine necesitamos imágenes que no estén gastadas, imágenes adecuadas a nuestra civilización.

Si lo examino con atención creo que sin visiones  no podemos sobrevivir. Ello nos da una fuerza que nos impele a decir: -‘Y bien¼ las porquerías que vemos cada día; así pueden soportarse de alguna forma’.

Y este asco de vida, el asco increíble, y el maravilloso asco de la vida pueden soportarse realmente cuando uno tiene esas compañías: el cine, la música¼

Y ello requiere su esfuerzo, quiero decir, no es cosa fácil estar aquí y es un gran regalo el que se nos da: la vida. Y con ella tenemos que vérnosla.

 

“Hay que añadir, además, que hemos nacido en un tiempo fuera de lo común en un tiempo que sólo se da tres o cuatro veces en la historia de la humanidad. En un tiempo heroico, con todos los ingredientes de un tiempo heroico, donde ya no cuentan todos los valores que teníamos hasta ahora. Donde todo pierde su vigencia; donde se hacen descubrimientos increíbles, donde hay catástrofes de indescriptible proporción. Todo eso lo tenemos ahora. Hemos sido agraciados por ello, por decirlo así. Y también obligados a vivir en un tiempo heroico y eso necesita, según me parece, nuevas imágenes y un cine propio.

 

 “Cuando pienso en las figuras de mis películas entonces puede asegurarse de alguna forma que son figuras heroicas. Pero figuras heroicas en el sentido de que son hombres que van mucho más allá de sus posibilidades, que sobrepasan sus propios límites y que por lo general acaban fracasando en ese desafío descomunal.

Antes en mis primeras películas eso era mucho más trágico y después se ha mitigado un poco. Creo que es una actitud totalmente existencial ese resentimiento contra las condiciones que nos han sido impuestas. Es la actitud de cómo podemos, de alguna forma, conservar la dignidad de nuestra existencia.

Cuando tengo el sentimiento de que hay algo superior a mis posibilidades, que, sin embargo, tengo que acometerlo y que pese a todo lo he acometido; a mí personalmente eso me reconforta. Es entonces, cuando se ha forzado en algo las condiciones de éste mundo, así como ha sido creado,  lo que hace a uno digno de existir.

 

“Yo no niego que esto a veces, al menos en las películas, llega a un extremo en que se podría hablar de una caída en lo demencial. Por ejemplo en mi primer película, Señales de vida, el protagonista Stroszek se vuelve clínicamente loco al contemplar los 10.000 molinos de viento que de repente se le aparecen en un valle. Aun así no creo que se pueda hablar sin más de locura, sino de un embrollamiento de condiciones que se le echan encima, y que él tendría que ser capaz de afrontar. En este caso el protagonista fracasa.

 

“Con frecuencia se me califica como alguien que sólo presenta locos, o alterados, y creo que eso no es cierto. Un Kaspar Hauser no es alguien que muestre una existencia marginal sino que es un hombre que vive radicalmente su dignidad humana.  Puede  exponerla  de tal forma que seguramente podría decirse  que este es el hombre que está precisamente en el medio, en el centro de todas las cosas. Y toda la sociedad alrededor, la sociedad proba y burguesa, ahí están los excéntricos, los locos. Yo tendría mucho cuidado al decir que tal locura es necesaria o tal aberración o algo fuera de lo común es necesario para alcanzar la dignidad humana. Eso lo hace otra gente de otra manera, pero entiendo que en el cine rigen otras leyes y en el cine necesitamos también ver la exageración de aquello que somos como hombres.

 

 

“Con frecuencia en el cine, en las películas que yo hago, la contemplación profunda es sólo posible cuando uno se confina en los márgenes. Un pequeño ejemplo lo tenemos en La Soufrière un documental en el que la erupción del volcán no interesa gran cosa. Lo que me interesaba realmente es lo que había leído en la prensa: las 75.000 personas de la isla fueron evacuadas. No quedó nadie, salvo un único hombre que se negó a ser evacuado. Entonces pensé este hombre me interesa. De alguna forma tiene una relación con la muerte. Una relación que yo desconozco y me interesa enormemente dar con ese tipo así que vamos a buscarlo.

 

“Como es lógico los hombres expuestos a una presión anormal o a circunstancias especiales se hacen mucho más transparentes que en la vida normal. Tengo siempre la impresión de que ocurre como en la física o en la química. Cuando se quiere investigar una materia cuya estructura se desconoce se la somete a una presión, temperatura o radiación extremas reconociéndose su ser interno mediante esas condiciones especiales. También ocurre que bajo esa presión extraordinaria se llega a la disolución, introduciéndose un elemento grotesco. Si se ve una serie  de  películas como También  los  enanos comenzaron pequeños, o incluso Aguirre, al final, aparece una distorsión casi grotesca de lo que es el anhelo de oro y riqueza y eso es un tipo de deformación.

 

“No me resulta fácil hablar de estética porque no he pensado en ello de forma abstracta. Sigo creyendo que viene por sí sola. Bueno, no totalmente así pero en mí viene ya de la ocupación física,  del trabajo.

Yo hago como es sabido cine de autor. Y hay siempre cosas  en el tema o en ciertos motivos básicos en los que se nota: Esto tiene que haberlo hecho esa persona, es difícil negarlo. Por lo demás en asuntos estéticos o estilísticos esa preocupación no existe en mí. Lo mismo que si yo estuviese pensando todo el tiempo cómo resuelvo estéticamente esto o lo otro. Tampoco va por ahí la cosa. En el lugar del rodaje no sé todavía cómo lo voy a solucionar. Voy allí y miro lo que hay y empiezo a darle vueltas al asunto, de forma física. Estoy seguro de dominar de alguna forma la estética sin tener que pensar en ella. Hay como una puerta trasera por la que ella se cuela y se filtra.

 

“Me cuelga una cierta fama porque varios de los proyectos que hice han tenido que realizarse bajo muy difíciles condiciones. Y yo tuve durante años que luchar con uñas y dientes teniendo la completa seguridad de que ello era factible, aunque todos me abandonasen y no hubiesen creído en mí y pensasen que hay que protegerse de mí mismo. Eso me ha valido esa fama que por suerte no afecta a mis películas. Estas tienen una mayor ligereza o a veces otras características o cualidades. He ahí lo curioso. En algunas películas no se notan las condiciones bajo las cuales fueron hechas. Si la gente supiera, si la gente que ve ahora la película supiera bajo qué circunstancias fue filmada una película  como  Aguirre,  entonces  la verían con ojos totalmente distintos. Pero eso no lo quiero yo, quiero que la vean  como aparece en la pantalla y sólo eso cuenta Y lo que nosotros hemos tenido que batallar¼ eso es mejor que nadie lo sepa.

 

“Se ha dicho con frecuencia que soy un apasionado de la naturaleza porque he filmado en la selva o en el desierto En el fondo no hay nada cierto ahí. Creo que la naturaleza es boba y obscena. Un plan fallido. Y pese a ello no estoy contra ella. También la quiero, pero contra todo buen saber.  Lo mismo que cuando se ha dicho que soy enemigo de la civilización. Tampoco es totalmente cierto. Bien sé, desde luego, que hay cosas elementales que van totalmente al revés en nuestro estilo de civilización.  Que hay que mejorarlas, de lo contrario la decadencia sería casi inevitable. Creo poder afirmar que me gusta esta civilización. Tal vez, también,  contra todo buen saber.

 

“Me inclino hacia un cine y hacia algo que puede fabricar, por decirlo así, el mundo de otra manera. Algo que pueda devolvernos intactos nuestros sueños. Algo que pueda articular nuevamente nuestros deseos. Yo estoy seguro de ser alguien que expresa en el cine una rivalidad con la historia es decir, con el sentido histórico. Alguien que quiere sacarle más a la historia del cine y  a los sueños, e incluso, a una nueva creación del mundo.

Creo que el arte puede arreglar los fallos de la creación y de la historia.  Y esa es su grandeza. También puede hacer transparentes nuestras relaciones; y puede servirnos de consuelo y puede mitigar nuestra soledad y puede tender una relación entre los hombres que antes no existía. 

Esa es una de las más claras señales de que ahora hay un tiempo heroico. Un tiempo en el que se inventan mitos, como en la Grecia clásica o en la pre-clásica, donde se desarrolló una mitología que ha ocupado a los hombres largo tiempo permitiéndoles expresarse y reconocerse en ella;  y hoy día vivimos un tiempo semejante.

 

“Si la revelación fuese posible en el cine, entonces creo que la tendría durante el trabajo. Creo también que me mantendré ahí porque el buen cine puede realmente revelar existencias y hacerlas transparentes.  Yo espero el momento en que consiga eso, en que me diga: -¡‘Ahora haz hecho algo en que, de una vez, todo se haga transparente!’. Pero creo que aún no he llegado ahí y entonces pataleo y me esfuerzo.  No tengo miedo alguno. Yo no tengo más miedo porque sé lo que es posible en el cine. Lo que es posible con las imágenes.”

 

 

(Entrevista de Peter Buchka, 1988)

 

Werner Herzog (propiamente: Werner Stipetic) nació el 5 de septiembre de 1942 en Munich. En 1961 comenzó allí sus estudios de historia, literatura y teatro. Dotado con una beca de la fundación Fullbright, estudió brevemente cine y televisión en Pittsburgh. Sus primeros trabajos cinematográficos los realizó como autodidacta. Su primer largometraje lo realiza en 1967, Señales de vida, filmada en Grecia. Luego de rodar en África, Lanzarote y Perú, en 1974 filma por primera vez en Alemania; el título del film:  El enigma de Kaspar Hauser. En 1975 ganó el premio especial del jurado en Cannes por éste film. Considerado frecuentemente en el extranjero como un cineasta alemán “especial”, en su país sus producciones provocan entre los críticos reacciones controvertidas.  Sus trabajos documentales contienen las mismas preocupaciones y situaciones extremas que en sus filmes de ficción y aquellos parecen estar regidos por las mismas leyes que éstos. 

 

selección de textos: Ernesto Flomenbaum

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